Una formación misteriosa, incómoda, feísta y pozorosa como pocas que retuerce y aplasta el noiseroq hasta convertirlo en un amasijo informe: trompetas, guitarras amorfas y muy crujidas y una voz malévola más cercana a un spoken word satánico que al cántico como tal. La mezcla de noiseroq destartalado con el aire misterioso de las trompetas es ciertamente curiosa y provoca un extraño efecto hipnótico sustentado en las repeticiones obsesivas de ritmos y riffs sobre las que se retuercen agónicamente la voz y los vientos. Sumergirse en este disco es una experiencia extraordinariamente desasosegante y extrañamente placentera, una perversión llena de amor por el asco.
La alineación de bestias del RIO que hay aquí me hizo temer que este disco fuese un pajote mental de músicos que buscan más epatar con sus habilidades que expresarse o emocionar. No es el caso; esta formación de roq de cámara, entre la música clásica y el roq in opposition, consigue hacer algo orgánico y sincero gracias a su base roqosa y a una sección de cuerdas bastante increíble. Si bien es cierto que en ocasiones rozan lo académico y que el disco es un poco largo, se nota que las composiciones se centran en una búsqueda de la belleza torcida e intensa, dulce y áspera, con una sensación de inmediatez y emoción constante que la grabación en directo consigue hacer aún más patente.
Hace 10 años una carambola me llevó a descubrir y amar su primer LP y esa mezcla única de sensibilidad y contorsionismo histérico. Una dicotomía perfectamente plasmada luego en 3 discos introspectivos y rajavenas (la serie WXDU) y en Don't Rock The Boat... donde alternaba la calma con el roq intenso, roto y disonante. Este nuevo LP es el más compacto de toda su discografía, es menos bipolar que Don't Rock The Boat... porqué aquí las subidas y bajadas son emocionales y no enérgicas: hay menos roq y más Des Ark, con su maravillosa voz y su forma única de arrancarte el corazón. No sé si así me gusta más o menos porqué mi forofismo de hincha incondicional hace que ame esto sin cuestionarme nada.
Hace tiempo que sabemos que el punq y el jazz están mucho más cerca de lo que los pioneros de ambos estilos habrían imaginado nunca; por eso me encantan bandas como esta, que desde el lado del jazz y la vanguardia miran hacia el salvajismo y la tensión propias del punq creando una pesadilla sónica de vientos muy gordos y disonantes mezclados con guitarras punzantes y baterías sincopadas que ora crean bellos e inquietantes pasajes, ora crean atmósferas opresivas y pozorescas. Un disco que a la vez que te exige mucho como oyente tiene la virtud de no maltratarte gracias una duración comedida y a unos desarrollos más asequibles de lo que parece en una primera escucha.
Esto es tan apabullante que al acabar el último tema sólo puedes preguntarte qué copones ha pasado. Piensa en todos los subgéneros extremos delpunq y alguno de fuera e imagina cómo tocarlos todos a la vez y que encima no sea un sinsentido. Algo así de inimaginablees lo que han hecho estos tipos que me han anonadado con esta increible mezcla de todo: grindcore, sludge, emoviolence, blaqmetal, neocrust y otras cosas que se me escapan en un disco extremadamente intenso yemocionalmente acongojante, oscuro como el corazón de un vendedor de armas ycon un sonido salvajemente violentopero muy bien definidoque debería ser como una biblia de la brutalidad underground desde ya mismo.
Alameda 5 es el supergrupo del underground experimental polaco, una mutación de Alameda 3 donde
Kuba Ziołek se une a otros 4 personajes de extenso e intenso currículo para recrear paisajes de ruido ambiental y psicotrónico sin fronteras, con una enorme libertad creativa y amplitud de miras, desde el jazz al kraut roq o la música folklorica.Aunque desde aquí no podemos hacernos a la idea del extremo impacto que ha supuesto la aparición del prolífico Ziołek en la música experimental de Polonia, este disco, en sus setentaypico minutos de chaladura maravillosa e infumable al mismo tiempo, puede hacerte entender el porqué de todo esto.
Entre el noise y el punq gorrino hecho por borrachos del siglo XIX reptando y cantando en un callejón lleno de ratas mezclado con algo de minimalismo ruidista. Con estos ingredientes el resultado es algo realmente inquietante y oscuro, muy húngaro aunque lo canten en un aséptico inglés (supongo que hacer todo esto en magiar habría sido demasiado) e incluso insufrible a ratos, pero claro, es ahí donde está su encanto.
Esto es lo nuevo de Arlie Carstens, que era el vocalista de Juno, un grupo por el que reconozco que me hacen palmas algunos orificios. 12 años ha tardado el pobrecico en sacar este disco y le ha dado tiempo a perder dos grabaciones completas, estar a punto de quedarse parapléjico y a que unos modornos le quiten el nombre que se le había ocurrido a él. Así que esto es un pequeño milagro, introspectivo, oscurete y tristón pero con la fuerza de la voz y el saber hacer de éste mozo inasequible al desaliento.